Cuento Gótico tierno: Luka, Mi amigo el Vampiro

Querido Luka:

A través de la tinta que se impregna en el pergamino mientras sujeto con dolor la pluma, hoy te hablo y ha de ser de esta manera, por que mi fuerza interior esta quebrada, no tengo energía ni siquiera para servir esa, nuestra copa de vino, ni para prender la chimenea, ni para hablar de frente contigo; no en este momento.

Como bien haz de sospechar al leer estas líneas, me encuentro en el desván, bajo el caballete del tejado, en este espacio delimitado por el techo inclinado y que forma las vertientes; la escasez y la mala orientación de la luz situada a nivel del suelo, apenas deja ver el color de este vestido estilo barroco que adoras me ponga, esa combinación de blanco, violeta y morado siempre te hizo suspirar, por ello hoy lo llevo en esta que es: nuestra despedida. Me gusta este lugar, es aún más quieto que el resto del castillo, pero fue un hermoso refugio en aquellas noches y días de desvelo, cuando hablábamos, sonreíamos, y bailábamos al compás de esas canciones que llegan al alma.

No sabes cuanto extrañaré tu compañía, de hecho, no se como viviré sin ella, sin tu rostro blanco, sin tu cabello largo, tus hermosos ojos ámbar, sin tu capa negra Vaya! simplemente sin ti, mi querido amigo Luka, mi querido Vampiro.

Me quisiste desde que nos conocimos, lo recuerdo, fue la noche en que papá murió, llovía y estaba triste, cuando te vi por primera vez me espante muchísimo y corrí con mamá quien pensó que había tenido una pesadilla, le dije gritando: mamá! mamá! Drácula esta aquí! y ella me abrazó y me beso en la cabeza, mientras te ibas, me veías con cierta tristeza, más tarde vi que habías dejado una caja de chocolates en mi ventana.

Al siguiente día te espere, deseaba volver a verte..., y oh my god! ¡Si llegaste! fue increíble, entonces ya no te tuve miedo, bailaste conmigo y me diste una muñeca hermosa, con un vestido como los que más tarde comprarías en docenas para mi, y me llamaste: princesa, hada, sirena, me abrazaste y me quede dormida mirando tus ojos ámbar.

Desde entonces me ibas a ver, que tierno eras, recuerdo que un día, con tus acostumbrados regalos me diste una pelota roja y un trenecito eléctrico, te dije que te parecías a los Santos Reyes y te fuiste como triste jalando una avalancha cargada, cargada con monstruos de peluche. Te encantaban las caricaturas, siempre las grababa para verlas contigo, le decía a mamá que hiciera palomitas con chile, por que a ti te encantaban pero un día la tarada de mi hermana Simone, les puso sal con ajo, ¡Uy! te enfermaste horrible, tanto que no me visitaste en un mes.

Desde entonces todo fue increíble, Cuando me hablabas de tu castillo, ja ja ja! Me decías que era – así y asado- - y yo por más atención que te ponía, no te entendía nada, ¿Que es una momia?, ¿Que es una guillotina?, ¿Que es un féretro? te preguntaba, luego tenías que explicarme cosa por cosa, hasta que tus respuestas me hacían hacerte más preguntas, entonces me sentabas en tus piernas y me regalabas una paleta para que me callara.

Lo mejor era cuando sin que mi mamá, ni Simone se dieran cuenta, me arreglaba, me peinaba, me perfumaba y me ponía el vestido azul de encaje que me regalaste, y me llevabas a pasear.

El circo era el sitio que más nos gustaba, había un señor de tres cabezas presentando todos los actos, trapecistas sin brazos ni piernas que iban de un lugar a otro con los puros dientes, ¿y que decir de la niña que hacía magia? Si Simone la hubiera visto, hubiera dejado de admirar a ese pesado de David Copperfield, porque que para empezar no sabe transformarse en nada, mientras que esa niña se convertía en lo que ella deseaba, desde un tostador hasta un dragón. Al final de los actos a todo el público se le caían las manos de tanto aplaudir, menos a ti y a mi.

Uno de esos días como de costumbre al regresar, me tomaste de la cintura y me llevaste volando hasta mi cuarto, los vecinos te vieron y se asustaron, le dijeron a mamá que un zopilote me había dejado en la ventana. - ¡No mamá, fue Vampiro!- le dije - como muchas otras veces cuando me pedía explicación de las cosas, no dijo nada y no volvimos a hablar del asunto, pero cuando llegué de la escuela el lunes había una cruz grandota en la puerta de la calle y un collar de ajos arriba de la cabecera, - No! Por favor no! le va a hacer daño! - No sabes como llore! hice un berrinche terrible y mi mamá me dio una bofetada, me castigó en un rincón y me tiró todos mis dulces a la basura.
No pudiste otra vez entrar a mi habitación, a pesar de intentarlo varias veces, lo sé porque te oía, era como si un pájaro gigante volara por encima de la azotea, hasta que en una de esas me escape a la calle y por primera vez te vi llorar, y yo también llore contigo - ¡Llévame contigo! - Te dije, tiernamente me abrazaste y me acariciaste el pelo. Simone y mi mamá se despertaron, se asomaron y nos miraron desde la puerta de la casa, mamá estaba sosteniendo un frasco con agua bendita y la tonta de Simone, estaba con una gran cara de boba, ninguna de las dos se dio cuenta cuando desaparecimos en una nube esplendorosa.

Al llegar al castillo lo primero que hiciste fue darme las llaves de todas las puertas, diciendo que seria mi nuevo hogar hasta que yo lo quisiera. Dicen que los vampiros son malos por que chupan sangre y comen a los niños, pero tu no eras así, Siempre has sido bueno.

He cumplido 18 años de vivir en tu castillo y desde el primer día, cada fin de semana haz llevado flores negras a la tumba de mi papá agradecido y en recuerdo del día en que llegaste a mi vida. Yo pensaba que cuando fuera grande quería ser como tu, para espantar a memo y Luis por molestarme en las clases. Ja, ja Ja! ¡Que inocencia entonces!... pero, que ¡¡¡realidad ahora!!! ¿No? Ja ja ja!,

No volví a ir a la escuela, desde entonces me lees y haces que lea los libros de la gran biblioteca, me haces escribir contigo, es otra cosa que te encanta y conforme ha pasado el tiempo, más haz escrito, inspirado en mi persona.
Como a mi no me gustaba la sangre, decidimos tomar ambos vino, después de muchos esfuerzos lo logramos, yo: por chiquita y tu: por Vampiro!
Mamá aún no perdona que me hayas robado, lo se por sus cartas, pero cuando vuelva a verla le diré cuanto me haz querido.

He sido my feliz aquí contigo y con los sirvientes serios que solo obedecen con cara de “cómo si nunca se hubieran reído”. Pero mi felicidad es quebrantada porque te tienes que ir; es una ley, cada 278 años los vampiros son llamados para la renovación de su alma, es un proceso tardío, porque aquello tarda poco más de 20 años terrestres, y aunque cuando regreses yo viva todavía, en el transcurso no sabré hacerlo sin ti. La sensación de no tenerte me envuelve y casi me deja sin respirar, no estarás a mi lado y no sabré como no decirte cuanto te amo. Estaré abatida y no habrá persona que entienda la situación, espero que Dios no se vaya, permanezca conmigo y seque también con amor mis lágrimas ocultas. Las personas creen que el dolor es una razón para dudar de Dios, yo estoy convencida que es un camino para encontrarlo.

El dolor no desaparecerá, la rebeldía y la desesperada angustia de los primeros momentos de tu ausencia se ira atenuando, lo se, pero al mismo tiempo irán dejando paso por la vida misma, esta vida rica, plena y valiosa que lleva hermosos recuerdos.

Recordaré a diario tus palabras, tus anécdotas, tus enseñanzas, y los instantes de felicidad que vivimos, tal vez con lágrimas pero agradecida a la vida por haber compartido el amor y la compañía de tu ser.

Querido Luka: No estés triste, yo no lloraré, por que te amo, de hecho te puedo oír en el cántico de los ángeles y verte entre ellos. No te odian, al contrario: haz sido bueno. En cada despedida uno muere un poco, pero la experiencia me ha dado la certeza del reencuentro, por ello amado Luka, espera que un día, aquí o haya, nos volveremos a ver, entonces dejaré por fin que muerdas mi cuello, volveré a ser joven y viviré contigo para siempre.

Mientras tanto , trataré de vivir cada día como hasta ahora a tu lado, tu me dijiste y me escribiste un día: La felicidad no es una meta, por que no es un estado permanente, la felicidad es tan solo la bendición de experimentar la sensación de extrema alegría, gozo y placer de un instante sin importar la lógica o la razón de las personas, sistema o sociedad, Es una intensidad de bienestar que no es el resultado del pasado, porque comienza justo ahí, en ese instante, sin antesalas, sin avisos y tampoco va al futuro, se queda ahí, en ese hermoso, magnífico y diminuto espacio de tiempo; y un cúmulo de instantes placenteros es un cúmulo de felicidad y en la vida estamos llenos de ellos, cuando se juntan uno tras otro entonces experimentamos la felicidad durante cierto periodo. La creatividad, la ilusión la fantasía, el deseo, la verdad, son capaces de convertir unos minutos en gratos e inolvidables momentos de felicidad.

Ahí esta: en la belleza que encontramos todos los días a nuestro alrededor, en un rostro, en una sonrisa, en una luna brillando ante el cielo oscuro, en un cuervo, en una pluma desplegando su tinta por los papiros, en el viento frío de la noche o en la mariposa que se posa en nuestra mano, en cualquier cosa podemos encontrar la belleza del universo que nos rodea y ahí sentirnos realizados, con una persona, con un objeto, con un ser, con un montón de letras, con una momia, con un ataúd o… con nada, simplemente con nada, tan solo con contemplar lo maravilloso que es estar aquí, siendo testigos de que y como somos nosotros mismos.

Es fácil ser feliz, pero tristemente lo olvidamos cuando la monotonía de los días nos envuelve y deambulamos por los recovecos de los minutos, concentrados en todo y poco atentos a si mismos, viviendo por vivir en un espacio confinado y limitado a lo que ya conocemos, y a la cotidiana e insoportable rutina del que hacer en un par de hectáreas en la que se desarrolla la película de la cual somos protagonistas, así pasan los minutos, así pasa la vida, también me ha llegado a pasar pero entonces siempre llegas tu y sabes Luka, te lo prometo, hare lo posible… lo interminablemente posible por recordar y hacer aquello que me lleve a ese nuestro concepto de felicidad, esperando el día en que estés de vuelta, otra vez bajo la lluvia mientras, yo estaré sonriendo pensando en cuanto te quiero…

Por ahora, por medio de estas palabras, te estrecho en un abrazo emocionado y te digo una vez más que, pase lo que pase, sin importar donde estés ni el tiempo que transcurra: vivirás en mi corazón por siempre…